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PDP ELE: ¡Qué raros estos terrestres!

¡Qué raros estos terrestres! es el título de mi actividad a conclusión del capítulo 2 de PDP ELE. El objetivo era crear una narración digital para que los alumnos practiquen el idioma a partir de una imagen evocativa o de un relato digital y yo decidí ponerme a prueba con Storybird (una herramienta para crear historias digitales y compartirlas en la red).

El mío es un experimento sencillo, una narración pensada para niños de nivel A1. El protagonista es un marciano que tiene una misión que cumplir que recuerda la de Gurb de Eduardo Mendoza, un personaje que a mí me encanta y un libro que a veces utilizo en clase.

La actividad se compone de un breve texto acompañado por imágenes, una narración que en las últimas páginas involucra directamente al lector invitándolo a entrar en la historia y a desarrollar una actividad.

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Es algo muy sencillo que me hubiera gustado plantear de forma un poco diferente pero la herramienta Storybird no lo permite. O sea, una vez que has elegido un tema gráfico no puedes cambiarlo, así que todas las imágenes que insertes serán del mismo estilo. Y esto está bien por un lado porque da coherencia y homogeneidad al relato pero al mismo tiempo no permite crear historias más complejas y multimediales.

¿Qué opináis?

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PDP ELE: Emoción, experiencia, imaginación

En el segundo módulo de PDP ELE “La narración como mecanismo de aprendizaje”, María Acaso, J. M. Foncubierta y Sonia Betancort, siguiendo el hilo del primer capítulo, me han llevado a profundizar otra dimensión de la enseñanza de ELE. Una dimensión afectiva, participativa, emocional e imaginativa que, gracias a sus explicaciones eficaces y a sus ejemplos concretos, he percibido cercana, concreta y repetible. Escuchar sus intervenciones me ha servido para recuperar confianza en mis creencias didácticas y en mi práctica docente que tantas veces se aleja de los manuales, de los ejercicios estructurados y del escucha y repite, en fin, de la tradición pedagógica más “cómoda” y a la vez más reconocida y aceptada.

Intento resumir aquí las tres contribuciones:

María Acaso nos invita a salir de un proceso de enseñanza/aprendizaje que en realidad no es más que un “simulacro educativo”, una carrera para sacar la mejor nota, aprobar exámenes, sacar un título. Una dimensión gobernada por el aburrimiento y, podemos añadir, por una motivación meramente extrínseca. De ahí, la necesidad de vincular el aprendizaje con el placer, de manera que un alumno pueda llegar a decir que “cuando aprendo me lo paso bien, cuando estudio me aburro”. Y ¿Cómo conseguirlo? María Acaso nos da algunas sugerencias. Podemos utilizar más el cine, un medio que permite desarrollar muchas estrategias narrativas que tienen que ver con la expectativa y el placer, necesitamos revisar los procesos de participación haciendo de manera que el aprendizaje sea experencial y activo. Además, es importante que los profesores nos hagamos conscientes de todas las informaciones implicitas que están presentes en el proceso de enseñanza (el tono de la voz, el tipo de mobiliario…”) o sea de esas “pedagogías invisibles” que tanta parte tienen en el condicionamiento de los estudiantes.

Entre estas sugerencias destaca el papel fundamental de lo narrativo en la enseñanza ya que, como dice María Acaso, lo que tiene una estructura narrativa es más fácilmente recordable que aquello que no lo es. Una pedagogía narrativa, entonces, que lleve a los profes a huir de lo descriptivo, a fomentar una dimensión metafórica del lenguaje que multiplique las expectativas, a pasar del texto al audiovisual, al cine como ya hemos visto, a la música pero también al arte contemporáneo que en el aula puede dar mucho juego (el psicodrama, el uso del cuerpo, las instalaciones, los murales…). Además, es importante que la enseñanza refleje la contemporaneidad, que los materiales sean “cool”, que enganchen, que sea una “pedagogía sexy” porque enseñar es provocar (aquí va el enlace al blog de María Acaso y a su libro rEDUvolution).

José Manuel Foncubierta, en su intervención, continúa en el marco de una didáctica activa y nos explica cómo mejorar la implicación del alumno en el aula. El componente afectivo, nos dice, es el eje central de una pedagogía eficaz en la que “la memorización no es tan importante como lo memorable” y que, como explica Francisco Mora, “no hay razón sin emoción”.

Y Foncubierta subraya que en nuestra enseñanza es importante recordar que el proceso de aprendizaje es subjetivo y biológico y que el alumno necesita sentir, actuar e integrar los conocimientos. Entonces, es imprescindible que el input en el aula despierte algún tipo de sensación y emoción porque como explica David Brierley, experto en enseñanza emocional, “solo se recuerda lo que se siente”. Relativamente al actuar, en cambio, Foncubierta nos recuerda que el aprendizaje tiene que basarse en la experiencia concreta. Y para lograrlo, nos sugiere que activemos sensaciones a través, por ejemplo, de una melodía o de imágenes, o sea de otro lenguaje con un gran poder evocador que impacte en el estudiante, y que contemos con lo que el alumno ya sabe, con los patrones de conocimiento ya adquiridos porque la experiencia está siempre relacionada con el pasado.

Me ha gustado mucho la idea que la emoción es un sentido más y que el aprendizaje experencial tiene tanto una dimensión afectiva como física que pueden expresarse en el mundo que, como dice Diane Ackerman, es una lujuria para los sentidos.

Entonces, ¿qué mundo debe ser el aula? Para Foncubierta el reto del profesor es convertir el aula en un hábitat natural, un ecosistema enriquecido y crear un mundo al que los alumnos quieran pertenecer, donde se sientan implicados en la adquisición de objetivos funcionales y útiles, donde se establezca una relación interpersonal empática y una comunicación afectiva, donde haya armonía entre los procesos de control del profesor y la autonomía del alumno.

¿Cómo lograrlo? Anegación del input, gamificación, narración son algunos ejemplos de recursos que responden a nuestro fin.

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La clase de ELE como hábitat natural

Sonia Betancort concluye las ponencias del capítulo 2 de PDP ELE con una intervención sobre la didáctica de la imaginación.

Imaginación que es innata, es una herramienta fundamental en el aprendizaje y es un instrumento de creatividad. Para llevar a clase la didáctica de la imaginación Sonia Betancort nos propone diferentes recursos: la música, que despierta recuerdos y vivencias, la imagen en sus diferentes formas (el grafiti como forma de literatura breve, la fotografía para crear una narrativa que termine con el lenguaje y deje entrar otros códigos, las ilustraciones de microrrelatos, incluso la pintura clásica con su enlace con la literatura), la poesía (para trabajar la expresión oral y aprender vocabulario, para evocar sensaciones y aumentar la empatía a través de la retórica de la imagen y del sonido típicos del leguaje poético), la simulación para crear conflictos en el aula que respondan a un objetivo didáctico de interacción y comunicación, incluso los videojuegos.

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Insignia de Story Teller